Hoy queremos hacer referencia y destacar el octavo aniversario del juicio por Genocidio en el que el pueblo Ixil obtuvo justicia después de 30 años en su búsqueda.

80 años de prisión fue la sentencia para el autor intelectual de una campaña que intentó acabar con el pueblo maya y que en 2013 sentencio al exdictador Efraín Ríos Montt. Por todo esto, desde Entreamigos-Lagun Artean creemos que los procesos de recuperación de la memoria histórica cobran un enorme sentido, pues permiten entender la continuidad de las luchas contra la impunidad del pasado y del presente, y los procesos sociales de defensa de derechos y de resistencias colectivas, de entonces y de ahora: evidenciar que la misma población indígena afectada en los 80s por las masacres del ejército, y por políticas como la tierra arrasada o por los desalojos violentos de población que, vulnerando los estándares internacionales de derechos humanos, incluyen también la quema de viviendas y cosechas como en el pasado.

Guatemala es un país donde reina la impunidad, y la inseguridad se ha transformado en parte de la vida cotidiana. Se destaca que las mujeres son uno de los sectores más vulnerados en una sociedad donde los estereotipos patriarcales mantienen las costumbres imperantes basadas en la discriminación y la opresión, a pesar de que se ha comprometido a la protección de la mujer, tras haber ratificado diversas convenciones y tratados internacionales y regionales. Por ejemplo, en la Constitución del país se garantiza la igualdad de derechos entre los sexos.

«Durante 36 años Guatemala vivió un conflicto armado interno»

Pero no podemos olvidar, que todo presente está vinculado al pasado, y Guatemala no es una excepción, sobre todo por tener un pasado tan doloroso que todavía mantiene a día de hoy tantas heridas sin cerrar, por lo que los datos de hoy no serían lo mismo sin el ayer.

Guatemala vivió un conflicto armado interno durante 36 largos años, con prácticas muy violentas y asesinatos hacia las mujeres por parte del Estado guatemalteco.

En el juicio por genocidio contra Efraís Ríos Montt, los jueces dictaron que la población maya ixil de Santa María Nebaj, San Juan Cotzal y San Gaspar Chajul, vivieron en sus propias carnes las peores actuaciones del conflicto armado interno. En esos municipios el ejército acabó con aldeas y poblaciones completas usando las técnicas más brutales de violencia contra la población civil antes vistas, persiguió y provocó la muerte por inanición de los desplazados, utilizó a las mujeres como objetos sexuales y esclavizó a los prisioneros de guerra. El Estado de Guatemala, por medio del ejército, eliminó al 33 por ciento de los mayas ixiles.

«Con este juicio, se pudo poner fin a una guerra que se cobró más de 200.000 vidas»

El conflicto finalizó el 29 de diciembre de 1996, durante la presidencia de Álvaro Arzú con la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradero entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, donde solamente un 11% de los firmantes eran mujeres, pese a que fueron expuestas a una violencia específica durante el conflicto armado, dirigida a ellas como mujeres, poniendo fin a una guerra que se cobró más de 200.000 vidas, es decir, población civil desarmada no combatiente, de las cuales, una de cada cuatro personas asesinadas era mujer, y originó la diáspora de más de medio millón de personas.

Es por ello, que son muchas las organizaciones de mujeres, que, en su búsqueda de justicia, siguen solicitando que se investiguen específicamente los crímenes cometidos contra las mujeres, unos delitos que han permanecido en silencio e impunes, pero que a día de hoy se sabe que fue el propio Estado quien declaró a las mujeres como el enemigo interno.

En los cuerpos de las mujeres indígenas se firmaban los discursos de los grupos de poder, y en ellos se dirimió la derrota y el holocausto del pueblo maya. Las fuerzas del Estado, quienes tenían la obligación garantizar los derechos humanos, utilizaron la violencia sexual como una táctica de exterminio individual y colectivo.

Al igual que en otros genocidios, la violación sexual durante el conflicto interno de Guatemala, constituyó una práctica recurrente para someter a pueblos y bandos contrarios a través del cuerpo de sus mujeres, utilizada como un instrumento de guerra y herramienta para generar terror, vulnerando los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Según la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH), registró 1465 hechos de violación sexual, de los cuales pudo documentar 285 casos. De ellos, el 99% de las víctimas fueron mujeres, y de ellas un 88,7% eran mayas. El informe de la CEH también señala que los principales autores materiales de esta violencia sexual fueron miembros del ejército (89%), miembros de las PAC (15.5%) y comisionados militares (11,7%).

CASO SEPUR ZARCO

Junto a este caso, destacamos también el siguiente que llegó a los tribunales, el del pueblo maya achí. El 1 de febrero del 2016, iniciaron las audiencias del caso conocido como Sepur Zarco en los que –tras 30 años de espera- se buscaba justicia para 11 mujeres q’eqchies, sobrevivientes de violencia sexual durante el conflicto armado del país.  La búsqueda de verdad y reparación supuso y sigue suponiendo ejercicio de empoderamiento no solo para estas ancianas que tuvieron que arrastrar con el estigma de la violación, sino que también para muchas otras mujeres más que habían sufrido violencia.

Así, Guatemala se convertiría en el primer país a nivel mundial que se pronunciaría sobre acusaciones de esclavitud sexual durante un conflicto armado, delito tipificado por el derecho internacional.

Teniendo en cuenta que, en la cultura indígena también son las mujeres las principales transmisoras de la cultura, de la lengua, de la forma de curar… es decir, de su ser maya, y que el 88% de ellas fueran violadas y torturadas, refleja una clara disposición por aniquilar no sólo a sujetos sino también, a las encargadas de perpetuar la vida y la cultura, como parte del plan de genocidio. No sólo marcando sus cuerpos, sino que, alterando profundamente los marcos y reglas culturales de sus colectividades, estableciendo un antes y un después no únicamente en la vida individual de las mujeres, sino también de sus familias y comunidades.

«Pese a todo el esfuerzo realizado por el movimiento de mujeres, por parte del Estado guatemalteco, existen altos niveles de despreocupación respecto del problema»

 

El pasado no está desvinculado del presente. La historia actual del feminicidio en Guatemala ilustra esta verdad. La saña y la crueldad con la que se viola y asesina a las mujeres en la actualidad, es el claro resultado del ancestral sistema de opresión contra las mujeres, así como la impunidad y el silencio alrededor de la violencia cometida contra ellas durante el conflicto.

Es necesario destacar que a pesar de los esfuerzos realizados por el movimiento de mujeres (dirigidos especialmente a la articulación de mecanismos institucionales que contribuyan a prevenir, atender, sancionar y erradicar este tipo de violencia), aún existen altos niveles de despreocupación respecto del problema, por parte del Estado guatemalteco.

Por todo esto, en EA-LA trabajamos por dar voz a todas estas mujeres que viven y luchan por la búsqueda de justicia en su país y de la mano de la fotoperiodista guatemalteca Cristina Chiquín Rodríguez, tenemos documentado parte de toda esa lucha y juicios en la exposición “LA BÚSQUEDA: Mujeres Guatemaltecas que Reclaman Justicia”  y con el fotolibro, que lleva el mismo nombre, editado en Guatemala.

«Y esto no acaba aquí…»

En el año 2000, en Guatemala reiniciaron prácticas de desapariciones forzadas, allanamientos a sedes de organizaciones sociales -de derechos humanos y de mujeres-, violaciones a mujeres que trabajaban en ellas, amenazas de muerte y asesinatos políticos, especialmente de mujeres.

Por todo ello, como esas acciones y prácticas crueles continúan, para darles voz a todas esas mujeres durante este año 2021 y en el 2022, gracias al proyecto “Voces de Mujeres Diversas que Reclaman Justicia Guatemala-Euskal Herria», financiado por la Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo, publicaremos el fotolibro “LA BÚSQUEDA: Mujeres Guatemaltecas que Reclaman Justicia II” de Cristina Chiquín Rodríguez, que será parte de una documentación fotográfica sobre la búsqueda de justicia que han llevado las mujeres en Guatemala, para visibilizar y sensibilizar a la ciudadanía sobre la continua lucha de las mujeres para que se haga justicia ante tantas violencias y desigualdades que han vivido y siguen viviendo sobre sus propios cuerpos. En él se plasmarán las historias de todas estas mujeres que siguen sufriendo estas prácticas y que también se recogerá en una exposición que llevará el mismo nombre.

Un recorrido para el recuerdo de todas esas mujeres que lucharon y lo siguen haciendo por la búsqueda de justicia en Guatemala.