En Guatemala, la violencia contra las mujeres es una problemática histórica y estructural que trasciende generaciones. Desde el conflicto armado interno (1960-1996) hasta el presente, los cuerpos de las mujeres han sido utilizados como instrumentos de violencia, sometidos a agresiones sexuales, desapariciones forzadas y asesinatos. Este fenómeno, conocido como el continuum de violencia, refleja una cultura de impunidad y patriarcado que persiste sin cesar.

Violencia Mujeres Guatemala

Durante la guerra, la violencia sexual fue usada como arma de represión contra comunidades indígenas. Según el Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), el 88.7% de las víctimas documentadas fueron mujeres mayas indígenas. Sin embargo, la firma de la paz en 1998 no trajo justicia ni seguridad para las mujeres. De hecho, entre 2008 y 2023, se registraron más de 11,000 femicidios y muertes violentas de mujeres, una alarmante muestra de cómo la violencia continúa. En palabras de Sonia Acabal, de la Red de No Violencia contra la Mujer: «Todavía vemos ese sentimiento de que las mujeres son objetos, y cuando ya no sirven, son tiradas».

Uno de los casos más impactantes en los últimos años fue el incendio del Hogar Seguro Virgen de la Asunción en 2017, donde 56 niñas fueron quemadas mientras el Estado las mantenía encerradas bajo condiciones inhumanas. Kimberly Odalis Castillo, una de las sobrevivientes, relató con dolor: «Muchas perdieron la vida solo para que nos escucharan». Este hecho evidenció la negligencia sistemática y el desprecio hacia la vida de las mujeres, incluso en espacios supuestamente diseñados para su protección.

VIOLENCIA SISTÉMICA: «MIENTRAS YO PUEDA, NO VOY A DEJAR QUE SEA OLVIDADA»

La impunidad sigue siendo el común denominador en los casos de femicidio y violencia contra las mujeres. Historias como la de Paola Azucena Pérez Meza, víctima de femicidio en 2019, exponen las fallas del sistema de justicia. Su madre, Lorena Meza, recuerda: «Soñé con mi hija antes de encontrarla en el Instituto de Ciencias Forenses… por fe, un día nos vamos a encontrar». Mientras tanto, su hermana Sara Pérez Meza ha convertido su duelo en lucha: «Mientras yo pueda, no voy a dejar que sea olvidada».

Organizaciones como el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y la Red de No Violencia contra la Mujer denuncian que más del 90% de los casos de violencia sexual, desapariciones y femicidios quedan impunes. La falta de recursos, la corrupción y el machismo institucional perpetúan este ciclo de violencia. Incluso en los casos donde las denuncias son presentadas, el sistema suele revictimizar a las mujeres y sus familias, negándoles acceso a justicia oportuna y digna.

Sin embargo, la lucha por justicia no se detiene. Mujeres valientes, madres, hermanas y sobrevivientes se movilizan cada año en marchas como las del 8 de marzo y el 25 de noviembre. Sus testimonios, pancartas y voces buscan romper con el silencio que el sistema intenta imponer. «No podemos esperar que alguien más luche por nosotras. Si no estamos presentes, nuestras historias se olvidarán», enfatiza Sara Pérez Meza.

La violencia contra las mujeres en Guatemala no es solo una crisis social, sino un reflejo de desigualdades estructurales profundamente arraigadas. La transformación de esta realidad requiere no solo políticas públicas eficaces, sino también un cambio cultural que valore la vida de las mujeres y rompa con siglos de opresión. Mientras tanto, historias como la de Paola y Kimberly nos recuerdan que la lucha por justicia continúa y que el silencio nunca será la respuesta.

¡Alcemos nuestras voces! Denunciar la violencia, acompañar a las víctimas y exigir justicia son pasos esenciales para construir una Guatemala más segura y equitativa. No permitamos que estas historias queden en el olvido. Únete al cambio, porque cada acción cuenta.

Puedes leer el foto-reportaje completo elaborado por Cristina Chiquín Rodríguez AQUÍ.